Obvio que no es un “cipotillo”, que lo tenía que haber
escrito en superlativo, … pero hubiera quedado feo. Tan feo, como el horrible Hotel Rascacielos
del Puerto de Málaga, al que todavía muchas de nuestras administraciones están
defendiendo que se construya. Tan feo,
como el extraño procedimiento administrativo que están siguiendo. Tan feo, como obviar el consenso social. Tan
feo, como sus objetivos inmobiliarios ocultos, que no turísticos. Demasiadas
cosas feas, para intentar conseguir un feo resultado … que esperemos podamos
evitar.
También es un nombre feo para un artículo, pero comparado
con el efecto tan negativo que puede tener dicho proyecto para el futuro de
nuestra Ciudad, no queda tan mal el “nombrecillo del cipotillo”.
Desde hace dos décadas todos, todas, estamos
defendiendo “desde la teoría” la apuesta absoluta por la sostenibilidad
ambiental en nuestras ciudades… pero a la primera de cambio, rompemos esa
teórica defensa a ultranza de la protección del medio ambiente, del entorno
urbano y de la ejecución de proyectos sostenibles, ... por otras cosas. Por algunos
intereses ocultos, beneficios económicos u otros motivos, que el que escribe
esto no puede entender, todo indica, desgraciadamente, que van a crear un
monumento a la insostenibilidad.
Eso es lo que nos va a pasar en Málaga. Por la concepción de “modernidad” de algunos
de nuestros responsables políticos, van a permitir que se pueda romper nuestro
horizonte marítimo para siempre. Por su concepción de la “modernidad”, los
responsables políticos de nuestra ciudad de hace 50 años apostaron por el Hotel
Málaga Palacio, y menudo bodrio que propios y extraños nos tragamos todos los
días. Por ser modernos en el pasado, el
centro de Málaga está lleno de edificios modernos … de su época, que son ahora
unos verdaderos atentados a la vista y a la Ciudad.
Se hace muy difícil entender lo que está pasando en
Málaga con el “Hotel Rascacielos del Puerto”, mediante el que un grupo inversor
de Qatar, con ayuda de Instituciones malagueñas, pretende que en un suelo de
dominio público portuario, se desarrolle un proyecto privado, con exoneraciones
en el cumplimiento de parte del desarrollo urbanístico del proyecto.
En toda sociedad civilizada bajo un Estado de derecho,
principios como la transparencia, participación ciudadana o la preservación de
lo público, son principios que tienen que regir las decisiones de los gobiernos
y las consiguientes actuaciones regladas por las administraciones públicas … pero
está claro que no siempre es así.
El “Hotel del Puerto” es un claro ejemplo para que se
estudie en las Universidades sobre las “cosas extrañas” en la ejecución de un
proyecto emblemático de Ciudad … y para siempre.
Parece demasiado sorprendente y extraño, como bien ha
demostrado el profesor Rafael Esteve, que la Memoria de Viabilidad Económica
haya sido elaborada y presentada por la propia Autoridad Portuaria, en vez de
por el grupo promotor interesado.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que se
pretenda su construcción a toda costa (y en la misma costa) con absoluta
celeridad de los procedimientos basados en excepcionalidades.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que no se
haya apostado por conseguir un consenso social, y que se haga a espaldas de la
ciudadanía y forzando la máquina administrativa hasta su límite, con déficit de
información.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que se
pretenda obviar el estudio de las posibles afecciones de todo tipo,
ambientales, de movilidad al tránsito rodado, al comercio, a la hostelería o a
la restauración del centro histórico.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que se opte por
un procedimiento abreviado en su estudio de impacto ambiental, cuando no se le
concede este procedimiento a cualquier otra empresa, aunque sea de medio tamaño
que invierta, incluso, fuera del centro urbano.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que se
ignoren los informes y estudios de organismos nacionales e internacionales, que
señalan que el proyecto es negativo para el futuro de Málaga.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que el
negocio del “Proyecto de Hotel del Puerto”, se encuentra en la explotación de
las instalaciones complementarias, superficies comerciales y del área de ocio, es
decir, no es en la explotación hotelera.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que base gran
parte de sus ingresos en un casino, que no es legal en la actualidad.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que siga un
procedimiento similar al de tantos campos de golf, en los que su verdadero negocio
es la especulación inmobiliaria, a la que adornan con un campo de golf, en este
caso el “adorno” es un hotel.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que el
carácter de “hotel residencial” del proyecto, deje abierta la puerta a que
muchas de sus suites se puedan convertir, por arte de magia, en apartamentos
para su “venta” y “gestión turística”.
Parece demasiado sorprendente y extraño, que un
proyecto de este tipo se construya en unos terrenos donde el uso residencial
está radicalmente excluido.
En definitiva, comparto la tesis del profesor Esteve
cuando afirma que “en el fondo se trata de una operación inmobiliaria
residencial y comercial enmascarada”, a lo que añado que une demasiados
componentes que no son habituales en un proyecto de ese tipo, facilitándose y
exonerando de muchos de los procedimientos que cualquier otro empresario,
malagueño o no, tendría que cumplir.
Obviamente que es legítimo que un grupo
de inversores quiera invertir (para eso están) y que quieran obtener el máximo
rendimiento a su dinero. Lo que no considero legítimo es que lo hagan en el
lugar más privilegiado de nuestra Ciudad y privatizando un espacio público. Que
inviertan en nuestra ciudad, por supuesto, pero en otro lugar y sin que podamos
observar tantos temas que parecen tan sorprendentes y extraños.
O por lo menos, para este observador malagueño, todo es
muy extraño, … pero afortunadamente estoy convencido que todavía podemos
evitarlo.
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