domingo, 29 de julio de 2018

Debemos dar la lata

Creo que es la tercera reflexión que hago sobre este tema y los resultados de mis reflexiones al respecto han sido rotundas: nadie me ha hecho ni puto caso. Nadie.

Pero no voy a decaer en mi intento y voy a insistir una vez más. Vuelvo a la carga y que me perdonen los seis amigos que leen estos artículos de opinión y que ya conocen mis reivindicaciones al respecto.

La idea es clara. Las distintas administraciones tienen que controlar el boom de las viviendas con fines turísticos en sus territorios, antes de que la excesiva masificación de este fenómeno provoque que se consolide el fenómeno de turismofobia entre la población local, que tan bien conocen otros destinos turísticos como Ibiza, Barcelona, Palma, Madrid, etc.

La acción de los ayuntamientos hasta ahora, de todos los colores políticos ha sido o bien la del avestruz, “meto la cabeza debajo de la mesa y espero a que pase esto”, o aquella frase que nos recordaba que “errar es humano, pero aún lo es más culpar a los otros de nuestros errores”. En definitiva, lo de siempre, o esperar que pase el temporal o echarle la culpa a otro, … y así seguimos.

Déjame que te muestre la situación del mercado de inversión en viviendas de alquiler para uso turístico. Insisto, de pura inversión para obtener beneficios, que igual podrían invertir en comprar oro. Lo que quiero decir es que no es una inversión turística, que cuide el destino turístico, es una inversión inmobiliaria para hacer mucha caja en poco tiempo.

Déjame que te lo resuma en cuatro ideas:

1. Desde 2014 hasta 2017, los precios de los alquileres se han disparado un 25 % en toda España. De hecho, el alquiler en Barcelona y Madrid ha llegado a su máximo histórico.

2. Los fondos de inversión han entrado de lleno en este negocio, ya que según Tinsa (principal empresa de valoración del parque de viviendas), el 65 % de las compras del mercado de viviendas pertenecen a este tipo de fondos.

3. Cada vez hay más grandes empresas dedicadas a esta actividad, cuestión que se puede comprobar al detectar que el 3 % de los propietarios de viviendas con fines turísticos, controlan el 25 % de la oferta de estas viviendas, según Inside Airbnb (plataforma que proporciona estadísticas sobre los alojamientos de Airbnb).

4. La rentabilidad en la inversión en alquiler de viviendas, según el portal Idealista, triplica o cuadriplica el obtenido por la clásica inversión en Bonos del Estado.

Y ante este crecimiento exponencial, se están sucediendo una serie de circunstancias que están provocando que la población local tenga cada vez una mayor preocupación hacia este fenómeno. Preocupación que está dañando la imagen del sector turístico en su conjunto, ya que se está empezando a consolidar la idea de que el desarrollo turístico genera graves problemas sociales.

También te lo señalo en cuatro puntos:

1. Según el balance del Consejo General del Poder Judicial, el año pasado se produjeron casi 100 desahucios al día por no poder pagar esos cada vez más altos alquileres.

2. Ya hay destinos turísticos en los que se detecta una falta de personal para hostelería, ya que los sueldos medios son de unos 1.500 € al mes, y con unos alquileres de 1.000 € … a ver si eres capaz de vivir con los 500 € al mes restantes.

3. En algunos de esos municipios, como Ibiza, han llegado a habilitar un viejo hospital para alojar a personal sanitario, que de otra forma trabajarían en cualquier otro municipio, lo que está alarmando a la población local por los efectos negativos en el alquiler producido por las viviendas con fines turísticos.

4. Se está consolidando el fenómeno de las turismofobia, una palabreja que ni sabíamos que existía hace unos pocos años y que se está convirtiendo en el eje central de cualquier conversación que reflexione sobre los problemas que actualmente se están detectando en los destinos turísticos consolidados.

Y ante todo esto, ¿qué están haciendo las Administraciones? Ni mucho, ni poco. Fundamentalmente no están haciendo nada. Ya sé lo que estás pensando “pero, Rafa, ¿quieres decir que ante esta situación no se está haciendo nada?”, a lo que yo te contesto con educación por ser uno de mis pocos lectores, “a ver si lees con un poco de interés, eso es lo que llevo diciendo desde el principio de este artículo, efectivamente, no se está haciendo nada. Pero no nada, sino nada de nada. ¿Ahora?”

Bueno, hay alguien que está haciendo algo. Palma de Mallorca, como primera ciudad … a la que le seguirán otras. Acaba de aprobar en el último Pleno Municipal una medida pionera en toda España, prohibir todas las viviendas turísticas en pisos, autorizando solo a partir de julio a aquellas que estén ubicadas en viviendas unifamiliares. Creo que se han pasado una “jartá”, ni calvo ni con ocho pelucas.

En nuestros ayuntamientos andaluces, el único modelo de gestión a nivel local es aquella máxima tan nuestra de que “hagan ustedes lo que les salga de los cojones, pero no me den la lata”. Afortunadamente en algunos municipios se está empezando a considerar eso de que “vamos a intentar organizar esto, para que no me den más la lata”. Obvio que me quedo con esto último, aunque el objetivo sea siempre el mismo … que no me “den la lata”. En definitiva, insisto, para solucionar algo, … debemos dar la lata.

No me cabe la menor duda que este tipo de alquiler está ayudando a muchas familias que están obteniendo una magnífica renta por ella. No me cabe la menor duda que el restaurante de la esquina está beneficiándose de esos turistas que comen en su restaurante. No me cabe la menor duda que los bares de copas están felices con esos miles de jóvenes que llegan buscando nuestro ocio. No me cabe la menor duda que los responsables políticos con poca visión están contentos con decir que han venido unas decenas de miles de turistas más a su municipio … aunque no tengan ni puñetera idea de cuál es su gasto o cuales son los efectos positivos y negativos que generen.

Y, no me cabe la menor duda que o actuamos pronto, planificando una capacidad máxima de carga … o se generará un malestar en la población local contra el turismo, que será muy negativo para la convivencia y para la calidad de nuestro principal sector generador de empleo y riqueza.

O actuamos ahora planificando el próximo futuro o nos vamos a meter en un gran lío.

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