domingo, 16 de octubre de 2016

Nos tendremos que ir



Todos los indicadores han señalado que 2015 fue el año de máxima afluencia turística a Andalucía, con un incremento del 8% sobre 2014.

Todos los indicadores prevén que 2016 volverá a batir récords y será el año de mayor afluencia turística a Andalucía, con incrementos de más del 10 % con respecto a 2015.

Y nosotros nos ponemos muy contentos.

Está bien que las llegadas turísticas se incrementen, está bien que nos pongamos contentos, está bien que el turismo siga generando empleo y riqueza, … o no está tan bien.

No quiero entrar en las múltiples aristas de nuestra situación turística; no quiero entrar en si son turistas “prestados” de Turquía o Egipto; no quiero entrar en los salarios de la hostelería; no quiero entrar en que el verdadero indicador debe ser el gasto y no las llegadas; no quiero entrar en la eficiencia de las políticas; …

Lo que me gustaría “reflexionar en este artículo de opinión", es sobre la futura situación insostenible de nuestros destinos turísticos, si siguen estos ritmos de crecimiento … y no hacemos nada.

Hay un dato claro que nos llega de los distintos estudios, previsiones y noticias de los medios de comunicación, el turismo en Andalucía crecerá sobre un 11 %.

Este dato, que puede parecer mucho o poco, se hace inmenso cuando lo pasamos a magnitudes numéricas.

Voy a intentar explicarme, siguiendo los datos oficiales recogidos en el Balance Turístico de Andalucía, realizado por la Consejería de Turismo y Deporte.
-        Decíamos que el año 2015 se cerró con casi 26 millones de turistas.
-        Decíamos que el incremento esperado en 2016 puede estar sobre el 11%.
-        Eso quiere decir que a Andalucía vendrán dos millones ochocientos sesenta mil turistas más que el año pasado.

Sí, lo has leído bien, casi 3 millones de turistas más que en 2015.  Pero sigamos.
-        La estancia media del turista en Andalucía es de 8,72 días.
-        Ello significa que aumentarán las estancias turísticas en veinticuatro millones novecientos cuarenta mil días.

Sí, lo has leído bien, casi 25 millones de estancias turísticas más que en 2015.

Pero no es verdad que se incrementen esos 3 millones de turistas y 25 millones de estancias turísticas en Andalucía. No, eso no es “técnicamente correcto”.

Esos incrementos se producirán en las zonas turísticas de Andalucía, no en los 87.278 kilómetros cuadrados de Andalucía, y sí, quizás, como señalan los estudios científicos realizados al efecto, en el 2 % del territorio que es el verdaderamente turístico, es decir, en 1.745 kilómetros cuadrados.

Dejemos los datos, que me parece que me estoy liando con tantos datos.

Digo que si este crecimiento sigue así, en pocos años no podremos ir a tomarnos la cerveza de los viernes a nuestro bar preferido. Digo que si esto sigue así, no podremos pasear sin darnos codazos en la calle principal de nuestra ciudad. Digo que si esto sigue así, no tendremos lugar para “plantar” las sombrillas en nuestras playas a menos que nos levantemos a las siete de la mañana. Digo que si esto sigue así, … pon aquí cualquiera de las coletillas que se te ocurra.

Digo que si esto sigue así, nos tendremos que ir de aquí. Por ejemplo:

-        Veinticinco millones de estancia más, por una media de seis veces que vayamos al baño a hacer necesidades menores (es increíble todo lo que sabe google), son unas 410.000 veces más que tiramos de la cisterna todos los días en los puntos turísticos andaluces. Muchos cientos de miles de litros adicionales al día en una zona donde nos falta agua.
-        Veinticinco millones de estancia más, por una media de 1,5 kilos de basura por turista al día (en este caso, el sabio también es google), supone más de 102.000 kg. de basura al día, que por otra parte hay que recoger, transportar, verter, … y en pocos casos, reciclar.

No quiero seguir, porque he dicho que no quiero atosigaros a datos, y me estoy pasando.

Pero de lo que hablo no es de ficción, ya está pasando en los centros de las ciudades turísticas. Lo que ya está pasando, es que hasta hace bien poco, los centros urbanos estaban habitados por jóvenes o familias que alquilaban apartamentos para vivir. Lo que está pasando ahora es que esos apartamentos se alquilan a través de Airbnb, Booking, Windu, etc., para turistas y esos jóvenes o familias, tienen que “emigrar” a la periferia de la ciudad.

No estoy hablando de teorías o futuros inciertos. Estoy hablando de que en muy pocos años se ha pasado de unas ciudades con centros urbanos habitados por ciudadanos, a unos centros urbanos turísticos.

Joder, es que ya casi no cabemos, no sé si ahora me explico.

Es muy normal que en municipios turísticos como Torremolinos, Marbella, Fuengirola, Roquetas de Mar, Estepona, etc., todos ellos con más de 5 millones de pernoctaciones turísticas (hoteleras y no hoteleras) la población se duplique, triplique, cuadriplique, … de junio a septiembre, … y esta tendencia es cada vez “mayor en un mayor” número de municipios.

Y dicho todo esto, creo que más o menos sé lo que habría que hacer.

Y lo que deberíamos hacer, ahora que volvemos a estar en fase de fuerte crecimiento turístico, es trabajar por la sostenibilidad de nuestros destinos turísticos, sobre todo para que puedan seguir siendo competitivos en el futuro.

Y lo que digo es que estamos “jartos” de hablar, y de escribir, de sostenibilidad en los destinos turísticos, pero creo que también estamos cansados de no hacer casi nada.

Y lo que propongo es que ahora, y de una vez, trabajemos de verdad, por la sostenibilidad en los destinos turísticos; que pongamos capacidades máximas de carga; que ordenemos el territorio turístico con densidades máximas de construcción; que controlemos la oferta ilegal de uso turístico.

Lo que digo, es que todos asumamos nuestra responsabilidad. La Administración Pública primero, incentivando planes reales de sostenibilidad (y no sólo en el título de la portada), los empresarios coordinando sus actuaciones e inversiones, y los profesionales intentando resolver esos misterios relacionados con la máxima capacidad de carga de los destinos turísticos.

Porque si no lo hacemos, le vamos a dejar a las futuras generaciones unos territorios colapsados, degradados ambientalmente, de baja competitividad turística, en los cuales, unos futuros turistas de medio-bajo poder adquisitivo, disfrutarán por unos días de nuestra tierra, y nuestros hijos y nietos tendrán que aguantar los desastres que no fuimos nosotros capaces de resolver.

Sé que es complicado, pero nos jugamos el futuro.

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